Monday, May 19, 2008

La piqueta fatal del progreso

Y no hay mejor forma de decirlo que esa. Algún día, años atrás alguien tenía un terrenito en algún lote al lado del Chicago Tribune, y odió ver crecer ese “monstruo” ahí, que hoy por hoy es un edificio emblemático de Chicago, mi edificio preferido, la imagen que tengo en mi ventana y que me recuerda que vivo en un sitio privilegiado. Algún día alguien vivía donde hoy esta Notre Dame. Seguramente alguien vivía al lado de tantos otros adefesios arquitectónicos, no tan bellos y emblemáticos como estos, pero con los mismos efectos para los anteriores pobladores del lugar.

El sábado decidí inaugurar la temporada de piscina. Era el primer día de sol con calor, se veía un día espectacular, no tenía que trabajar, en conclusión era un buen momento para comenzar el proyecto bronceado, objetivo de todo verano (no te preocupes mami, esta vez con más cuidadito que la última vez ;) y pasar la tarde leyendo, cosa que también me hacía ilusión ya que la pila de libros a leer crece más rápido de lo que la vengo procesando.

Me levanté a las 11 y con ilusión me depilé, armé mi bolsito con coca colas, aguas y novela y baje al P3. Pero no había sol. Por un momento no entendí, como era posible que se hubiera nublado en los pocos minutos que me había tomado bajar, que lo de los microclimas no podía ser para tanto. Quizá había nubes del otro lado del edificio que no había conseguido ver, pero no me parecía razonable, algo ahí no estaba bien… Salgo a la piscina y ahí veo por primera vez el efecto del monstruo que están construyendo al lado, maldito Trump!. El sol estaba atrás. La torre no está terminada aun, no tengo idea cuantos pisos van pero le debe faltar igual la tercera parte más para arriba. Hasta ahora lo había visto crecer sin mayor preocupación, o sea, un edificio más. Pero de ahora en más pasa a ser la-cosa-esa-gigante-que-estropeó-mi-piscina, y seguramente la vista y sol cotidiano de vaya uno a saber cuánta gente que vive del lado sur. Mirando hacia arriba no pude evitar pensar en ‘Fountains of Paradise’, la novela de Clark en que escribe sobre ascensores al espacio….



Ya que estaba ahí, me tiré al hot-tub un ratito pero a los 15 minutos me volví a casa, aquello ya no era un ambiente interesante para tirarse a leer. Ya no era lo mismo. Al llegar veo un email de mi madre, contando con pena como finalmente, después de varios años en que había sobrevivido el terreno vacio frente a la casa de Punta del Este, llegaron las palas mecánicas a tapar el monte y seguramente en el futuro no lejano hacer un edificio. No es que fuera un monte gigante, convengamos que era una cuadra que quedaba libre y había ahí los restos de lo que algún día habría sido un monte muy lindo y ahora era un espacio abandonado, pero verde al fin.

Un par de años atrás construyeron otro monstruito en el lado de atrás de la casa, donde ahora en vez de ver el cielo azul al mirar hacia arriba desde el jardín, se ve la inmensidad hormigonal del edificio – al que mi memoria no piensa honrar recordando su nombre -. En este caso ni el edificio que existe, ni el que harán, serán maravillas arquitectónicas dignas de mención. Simplemente la piqueta fatal de la especulación inmobiliaria.

Y así es la vida en realidad, lo que un día estaba ahí después ya no está más. A veces para bien (arquitectónicamente hablando) porque hay zonas en donde el desarrollo les viene bien, pero incluso aunque se haga con la mejor planificación y cabeza, siempre hay gente que se jode. Eso del bien común sobre el bien del individuo. O de lo que alguien en la oficina de turno evalúa como el bien común.

Solo que jode ser el individuo. Siempre habrá alguno al que le parece bien (ya sea porque su tierra se valoriza, hay fuente de trabajo, gana algún mango por aquí o para allá, cree que el edificio es lindo, o lo que fuera), pero siempre habemos quienes realmente no somos tan felices con la piqueta fatal del progreso de turno.

En algunos casos estará “bien” y en otros casos estará “mal” lo que están construyendo, y va entre comillas porque son opiniones subjetivas, con mayor o menor fundamento, con mayor o menor inclusión de argumentos que consideran a “todos”, al futuro, a la ecología, al planeta o a lo que sea. Pero cuando te toca joderte no tenés más que hacer que sentirte mufado con el progreso, triste por el monte que se pierde o el sol que no da más, y en definitiva sentirse un punto en un planeta, pequeño frente al sistema, al todo, a la masa y al “progreso”. Ese progreso que un día comenzó asfaltando la ruta 10 en la Barra y 10 años más tarde había transformado un balneario tranquilo y familiar en una especie de supermall gigante, urbanizando al monte donde juntabas piñas de niño y andabas a caballo. Probablemente quede solo el recuerdo en la mente de algunos, pero que se perderá incluso algún día. Pues sí, que verde que era mi valle… O que verde que era mi monte (y que ya nunca limpiamos para que jugaran los niños!!!! ;)

Sunday, May 18, 2008

Just Like Heaven

Llegar hasta el estadio nos tomó casi dos horas. Durante el día el objetivo era la coordinación de cómo llegar hasta el estadio. Somos tres – Lola, una amiga española, y Martha una chica uruguaya a quien había visto una vez hace un año y pico, amiga de un amigo - .La cosa nos costó llamadas varias, era la emoción. Martha me pregunta que como nos reconocemos, y es verdad que yo no me acuerdo de su cara… ‘Yo soy la que voy de camperita goth y uñas negras’, le digo. Es el baile de disfraces de cada día después de todo, y esto es el recital de The Cure, hay que ir ambientado. Después pienso que justo ese día, alguien con esas indicaciones es fácil de confundir, que seguro no soy la única de uñas y cazadora negras. Por lo cual aclaro, que lo mío es superficial, que no voy de labios negros ni nada de eso, no sea cosa que la chiquilina termine por ahí con vaya uno a saber quién.

La parada del metro en que íbamos a encontrarnos estaba en construcción, la línea azul nunca me ha dado una alegría en la vida. Finalmente y a pesar de todo llegamos a la parada del bus y nos reconocemos sin problema. Es fácil ver cuando alguien mira en busca de alguien que no esta del todo seguro quien es. La gente ya se acumulaba para tomar el 222 directo al estadio, había de todo, gente de todas las edades y estilos.

Si bien sabíamos que los tickets que teníamos eran en el sector más lejano del estadio, cuando llegamos a nuestro lugar no pudimos evitar reírnos, la cosa era prácticamente la última fila de asientos, en la última de las tribunas. Yo me había olvidado de los lentes así que el escenario era algo que más o menos me imaginaba que estaba bien. Decidimos ser fieles a la cultura que nos vio nacer y nos sentamos en la primera fila de nuestra tribuna, mientras comentábamos de que vacío que está abajo, mirá cuanto lugar, que desperdicio. Desde esos asientos ya la cosa se veía mejor claro, pero viendo tanto espacio libre… y a la entrada a nuestro sector ni nos habían pedido los tickets… así que yo propongo bajar y ver si logramos estar ahí en la cancha, donde en los conciertos en nuestros países se da el agite. Caras de duda, todas queremos bajar pero ninguna lidera. Y yo no es que sea líder nata pero si nadie toma el puesto, a lo mejor por sacrificada, allá voy. Así que les digo ‘chicas, nuestro asiento está en la sección 110, fila D, numero 3’, mentalícenlo. En la vida real estábamos en el 216, fila O. La última. Me siento como el gurí de “El Cliente”, o sea, esto lo vi en una película y por lo tanto se hace así. Yo todo lo que se de ingeniería social lo aprendí en Hackers II.

Monitoreamos las posibles puertas para entrar… resulta que ahí sí miran los tickets –claro, en nuestro sector no se cuela nadie por lo cual el guardia de seguridad es más un ‘greeter’ que otra cosa. El plan era “fila D, numero 3, el ticket lo tiene Paul que ahí nos espera, pero es que salimos a buscar una cerveza”. La cosa no es decirlo sin que nadie pregunte, solo creer que es verdad. Las miro y con mirada de allá vamos me largo hacia la puerta. Los guardias de seguridad hablaban entre ellos. Mientras el de mi lado comienza a levantar la cabeza como para pedirme el ticket yo lo miro, le sonrio, palmadita en el hombro mientras le digo permisooooo y me mando para adentro. Sigo para abajo como que aquí no ha pasado nada hasta llegar a la masa de gente en donde me doy vuelta para ver que paso con las demás. Martha venia atrás mío muerta de risa, me dice yo pasé atrás tuyo sin decir ni mú porque el hombre no llegó a reaccionar. Pero Lola ya lo miró a los ojos y no se creyó que Paul nos esperaba en la fila D y no entró. Lo cierto es que finalmente se animó por otra puerta. Y que finalmente vino un amigo de seguridad a pedirnos el ticket. Yo le digo al hombre que “que desperdicio tantos asientos vacios bla bla bla” y cuando finalmente me paro para irme el tipo me pregunta sorprendiendo “ah! Pero vos también sos de las coladas?!” jeje, se ve que Hackers II me ha enseñado bien. Vuelta al 216.

La ilusión de la cancha, olvidada. A todo esto sonaban los teloneros que no entendí su nombre pero eran muy buenos. Volvemos a nuestro estratégico punto desde el que podemos ver panoramicamente todo el estadio. La gente seguía llegando. The Cure se demoraba, ya eran como las 8:30 y la cosa no arrancaba pero al menos el estadio estaba ya casi lleno y si nos hubiéramos quedado abajo seguro que hubiera sido complicado saber dónde meternos, menos mal que tuvimos que subir (como dice el señor de Stumbling on Happiness). Lo bueno de la fila O es que atrás esta el balconcito, con lo cual yo me digo que es imposible mirar el concierto sentados comiendo pop-corn como parece hacer todo personaje de este país, ya sea que mire una película, algo de deportes o a The Cure. Así que me posiciono en la barra, yo la vergüenza de esas cosas la perdí hace mucho, puedo ser la única que baila ahí, pero sentada no me quedo.

El concierto duró casi 3 horas. Tocaron todos los temas que uno podía imaginarse y más. Luces e imágenes impresionantes (al menos a esa distancia!). En la barra donde estábamos se armó fiesta, al principio estaba yo ahí sola bailando. Cuando ya empezó a sonar Pictures of You Lola se unió también, que después de todo está oscuro y todo el mundo mira hacia adelante, nadie nos ve, o sea, vergüenza de qué? Luego vino una spring-breaker (dícese de americana en sus últimos teens o jóvenes 20, que se cree una liberada, toma un poco de alcohol y que no te vea tu padre m’ijita!) que con la excusa de que le daba no-se-que de que estuviera yo bailando ahí sola vino a hacerme apoyo moral o a vivir su sueño de ser go-go en una disco de baja reputación ;). Al rato y no sé de donde nuestro rincón se iba llenando de gente. Ahora, todos ellos unos personajes…. Uno quizá debería pensar eso de dime donde andas y te diré quién eres, quizá uno es un personaje también de algún modo ;) –. Al rato incluso cayó la policía a circular por ahí, que generalmente la gente que está en el fondo igual algo tendrá que ocultar parece ;) – pero por suerte todo en orden y ningún problema.

Nosotras seguimos bailando, los amigos de The Cure no habían estudiado el tema de la curva del fogón así que después que arrancaron con la seguidilla de hits la cosa no paró. Yo pensaba, en el entretiempo me voy a tomar algo que voy a deshidratarme! Y los pies me van a reventar… pero los amigos, que igual andan ya por sus 50, no pararon y no hubo entretiempo y nosotras no íbamos a ser menos. Lola sostenía que en algunos de los bises habían venido los The Cure II, y que en definitiva los verdaderos estaban en camilla por allá atrás. Yo suscribo a la teoría de los clones.

Lo cierto es que estuvo espectacular. Terminamos con Boys don’t cry y Killing an Arab. Buenísimo. Sin palabras. A la fiesta ‘After the Cure Party’ ya no llegamos. Habíamos salido a las 5 hacia el concierto y eran casi las 12:00 cuando estábamos llegando a la parada del metro desde la que seguíamos en taxi a nuestras respectivas casas. Yo no podía caminar un paso ya, bailar menos. Un bol de agua caliente para los pies y un canelón en el acolchado fueron una llamada más poderosa que cualquier otra alternativa. La noche ya había rendido lo suyo, ahora con la alegría de unos de esos conciertos que vas a recordar, lo único que importaba era irse a dormir prontito.. ah! Y comer algo! Que en la emoción del día solo había atinado a comer un pancho en el estadio!

Friday, May 16, 2008

Qué hace una chica como tu, en un lugar como este?

Desde que entré me pareció que algo me faltaba. La primera impresión fue que era demasiado blanca, como en cierta forma era de esperar, pero me dije a mi misma que poco importaban las cualificaciones innatas para el asunto yo también podía tener mi swing, mi mojo, o lo que fuera. Que ya lo dijo Obama cuando le preguntaron si podían considerar a Clinton como un negro: ‘I have to see if he can move like a brother’. Entro al salón, piso de madera y espejos alrededor, ahi me encuentro a Coco y Leroy – si no sabes quienes son Coco y Leroy es que sos demasiado jóven para esto y/o te falta un poco de cultura televisiva pop de los 80 -. O sea, éramos Coco, Leroy y yo. Ellos no sólo tenían una ventaja natural, además claramente la habían desarrollado. Coco resultó ser la profesora. Leroy practicaba frente al espejo una complicada serie de pasos y saltos… yo pensé para mí misma que seguramente podía conseguir un refound, después de todo la página web decía ‘no experience required’.

Por suerte al rato caen otras alumnas, un par de chinas que no parecen ya sacadas de algún capítulo de Fama. Yo que en todo sitio me imagino quien es quien y cual es su vida, me dije que al igual que en la serie, Leroy era el noviete de Coco y si bien era bailarín profesional seguramente estaba allí para compartir un rato juntos, darle apoyo moral, lo que fuera, pero claramente la clase no iba a ser para enseñarle nada a él. Nos tranquilizamos. Tu puedes! Pensé para mis adentros.

Comienza la clase, cada uno encuentre su sitio. La fama cuesta, y ahí es donde empezamos a pagarla con sudor. Coco dice “hello everybody” y acto seguido al piso a hacer abdominales, moviendo hombros y aplaudiendo. Vamos a analizar esto desde el principio: para mí este tema de las abdominales, como otras cosas, requiere cierto preambulo. O poniéndolo de otro modo, que el blog lo leen los padres, la profesora debería haber dicho que algo subir tejado. O sea, hacer abdominales requiere cierta preparación mental, cierta disposición al sufrimiento que sólo se logra cuando uno está psicológicamente preparado. Como es eso de tirate al piso y hace abdominales??. Y mucho menos aplaudiendo! Bien le iba a decir yo a la profe que por favor me aplauda a mí para darme ánimo. Y que por favor no espere eso de que encima me crea yo que estoy bailando y logre hacer algo en 4 tiempos mientras mi espalda se separa del piso y mi cuerpo recuerda que existía un músculo abdominal.

Pero por suerte Coco recordó que era una clase de hip-hop así que lo de las abdominales no duró mucho. De todas formas ya en el primer estiramiento yo sospechaba que algo allí no estaba bien. Por suerte nos ponemos de pié y hacemos unos ejercicios de piecito, ahora me siento mejor y la vida me sonríe, el piecito lo controlamos bien, hasta le puedo poner ritmo y todo. Debería haber hecho tap dance, pensé ahí mismo.

Al rato me convencí que en realidad el mundo se había complotado y me habían pasado gato por liebre, que aquello era una clase de gimnasia aeróbica disfrazada de clase de baile. Al igual que en mis tiempos mozos cuando intentaba con el gimnasio, me volví a encontrar en un sitio con un grupo de chicas esbeltas y espigadas con muchas horas de steps en sus haberes y que parece que han ensayado la rutina juntas toda la vida. La clase se mueve rítmicamente hacia la derecha, mientras se escucha ‘no nena, tu otra derecha’. Cuando la clase mueve el brazo hacia atrás, la pierna va hacia adelante, giro, twist, voltereta y sonreir mirando al frente, yo iba pensando elaborar ahí la idea de que mi cerebro tenía los dos hemisferios unidos y que mi cuerpo funciona como un todo, hacia donde va la pierna va el brazo, todo combinado funcionando con un mismo objetivo y dirección. Pero mientras Coco sacudía cabeza, caderas y brazos haciendo la ola, me pareció que no era una buena oportunidad para explicarle mi teoría que explicaba mi falta de coordinación.

Vamos a entendernos, yo personalmente creo que no bailo taaaan mal, vos lo habrás visto y tendrás tu propia opinón al respecto, pero en mi mente si bien los bailes estructurados y con series claras no me salen, el hip-hop me parecía una de esas cosas así medio caóticas de baile que uno podía controlar. Cuando digo que no bailo tan mal me refiero a que para un bar está bien, es de noche y todos los gatos son pardos, no hay luces ni espejos, el espacio es reducido y podes decir que no haces “plie, plie, pas de bourree” porque no hay lugar. Lo que seguro es que lo mío es ‘dejarlo ser’ y que si intentamos encasillarlo y tratar de repetir pasos con algún formato X ya imposible. Me estresa bailar con alguien, porque nunca voy para el lado que el otro espera que yo vaya. Cuando arrancan a tocar esos ritmos donde necesariamente el chico más cercano extiende la mano para hacer un bailoteo en conjunto yo voy a por mi cubata… eso de “seguime” o “dejate llevar” para mí no existe. Siempre fui rebelde sin causa, o carne de diván, pero cuando estoy solita yo sin que nadie me restrinja para que lado tengo que mover el pie, de vuelta creo que no lo hago tan mal y me divierte.

Ahora que pienso quizá hubiera entendido mejor para donde había que moverse o hacer el giro si no estuviera yo pensando en estas cosas, a la vez que intentaba recordar “derecha, izquierda, uno, dos, tres, clap!”. Un poco como Felipe en eso de “debo prestar atención”. Lo cierto es que durante la clase, de bailar no hablamos, aquello fue un poco “do the robot” (luego de que le había caído un poco de agua y electrocutado algún circuito).

Pero en algún lado de mi mente, algún cable quedó atravesado y en general mis papelones me resultan divertidos y no me detienen. Llegue a casa y practique algunos de los pasos frente al espejo, ahora a mi ritmo y a mi gusto y me dije “porque no?”. Lamentablemente no se nace sabiendo y aprender Kung Fu es fácil solo para Neo, el resto de los mortales tenemos que ir de a poco, así que le vamos a dar otra oportunidad. Lo que si igual me apersonaré 15 minutos tarde, cosa que la sesión de abdominales haya pasado. Que habrá formas y motivos más importantes para sufrir, los que se pueden evitar se evitan!

Y como premio al esfuerzo, porque creo que me lo merezco (como las cosas de Preference de Loreal) me hice una pasta con camarones de rechupete y me apoltroné a mirar unas pelis que finalmente empiezo a aflojar después de casi ya tres semanas de locura. Hoy noche tranquila que mañana voy a ver a The Cure, en vivo y en directo. Casi una experiencia religiosa. Ya les contaré.