Hay algo poético sobre la lluvia. No la llovizna debilucha y molesta, me refiero a la lluvia torrencial, fuerte, poderosa, Zeus sin los rayos. Parece de verdad que alguien estuviera manguereando el mundo y ves las ráfagas de lluvia bailar y reventar contra edificios y techos. Con la música apropiada es una de las cosas que más me gusta, ver tormentas. La naturaleza manteniendo algún equilibrio cósmico. El mundo pintarse de gris borroso, el ambiente correcto para adivinar las formas góticas del Chicago Tribune. Atrás suena The Scientist de Coldplay y yo miro la tormenta desde mi punto privilegiado, a salvo. Abajo alguna gente corre, otros ya entregados caminan. El paraguas implemento inútil diseñado por el ser humano para enfrentarse al monstruo de la tormenta. Cuando acá llueve torrencialmente siempre hay viento, si no querías sopa dos platos. Hacía tiempo no veía caer tanta agua toda junta.
Mi pobre roommate, Torcuata la araña peludita que estaba haciéndose su tela del otro lado de mi ventana fue arrastrada torrente abajo, pobre. La naturaleza es cíclica, el agua vuelve al mundo y mañana habrá una nueva Torcuata en mi ventana. En esta época del año es como si les diera un ataque constructivo y tiran telas que da miedo, después de un par de meses desaparecen tal como vinieron vaya a saber uno a donde van. Yo que tengo con ellas una relación de amor/odio confieso que me generan simpatía mientras estén del lado de afuera. Las puedo ver trabajar de cerquita pero entre nosotras hay una barrera infranqueable, limites bien definidos..
Y así como arrancó, se va. Siempre que llovió paró. Ahora quedan efectos de luz y sonido, truenos y relampagos.
Lo unico que no me hace feliz de esta tormenta es que esta noche tocaba BB King en el festival de blues en el parque. El mundo se esta tropicalizando pero no tanto, no tiene pinta que aca salga el sol por un buen rato.
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