A veces no hay nada peor que la certeza del mañana. Y es que pensás “nah, si mañana igual puedo hacerlo”, y es totalmente cierto eso de que vivís en una ciudad impresionante pero hay mil cosas que dejas para hacer luego porque igual vivís acá y no tenés la ansiedad del turista que tiene que verlo todo en 3 días.
Ayer al medio día me llamó mi amiga Audrey que estaba por downtown con una amiga que había venido por el fin de semana a visitarla de Canadá, quedamos en encontrarnos a comer. Siendo yo la locataria era mi responsabilidad recomendar algún sitio y siempre me sucede en esos momentos que realmente en mis alrededores no conozco ningún sitio interesante, siempre salgo a otros barrios. Pero ahí me iluminé con un Deli que le tenía ganas hacía tiempo. Era uno de estos sitios ‘a la europea’ que vendían panes, quesos y jamones artesanales, vino y ensaladas de cuscús. O sea, todas cosas que en este país no se comprenden del todo (que encontrar pan rico da trabajo, que el ‘american cheese’ es un cuadrado de plástico para poner sobre la hamburguesa, y así…). El sitio no desilusionó y el día arranco muy bien con un ‘bocadillo de la mancha’ en donde le metían dulce de membrillo a un sanguche de manchego y jamón serrano… y la verdad que quedaba fantástico! Estando el sitio a 5 cuadras de mi casa promete para convertirse en habitual.
De ahí decidimos ir al Printer’s Row Book Fair. Esto es algo como la feria del libro, sin la sección de artesanías. Básicamente todas las publicadoras ponen su stand con libros – es la feria más grande del midwest y eran aproximadamente 5 cuadras de stands – a la vez que hay durante los dos días charlas y cosas culturosas. Printer’s Row es la zona donde se habían localizado toda las imprentas vaya uno a saber en qué año, y es un sector de unas 4 cuadras al sur de downtown. La feria bien, aunque uno tiene que estar mucho en el ambiente literario para encontrar la diferencia entre la feria e ir a una librería, así que yo siempre vicho las cosas originales o divertidas, por ejemplo un stand que vendían los moldes de letras de alguna imprenta vieja, casi termino comprándome unos moldes de tipo de diario, pero luego entre en razón de que no iba a saber qué hacer con ellos, y el concepto de pisa papeles hace años que se dejó de usar en este paperless-world. También tenían recopilaciones de comics encuadernados y si hubiera encontrado a Batman me lo hubiera comprado! Pero a Superman no le tenemos tanto cariño. Ya que estábamos entramos a dar una vueltita por la biblioteca que es uno de los edificios más lindos de Chicago y al que estoy por ir a visitar y anotarme desde que llegué. La zona tiene un ambiente así como antiguo - de los típicos edificios con escaleras de metal de esas de los incendios, está cerca de la estación de trenes, la biblioteca, o sea, tiene como un aire especial. Mucho ladrillo y hierro fundido. Para llegar a Printer’s Row nos tomamos el famoso metro elevado – al cual el centro de Chicago debe su nombre de “Loop”. Ante la risa de Audrey yo confieso nunca haberme tomado el tren que circula el Loop. No es que me tome muchos metros, y para el sur no voy casi nunca más allá del Milenium Park - igual en este caso convengamos que el "sur" son 4 cuadras hacia el sur. El evento fue registrado fotográficamente, luego de dos años Lali finalmente conoce el Loop.
A la vuelta Helena - la vistitante Canadiense - quería subir a la Hancock. El truco siempre es ir al bar y no a observatorio – el bar es un piso más abajo y por el precio de la entrada te tomas una coca cola al menos, te podes sentar y te lo tomas con calma. Ahora cuando en el grupo hay solo mujeres, alcanza con ir al baño si lo único que te preocupa es poner el check-mark de “lo he visto”. Gracias al arquitecto que puso en el baño femenino una ventana fantástica, con probablemente una de las mejores vistas. Aparentemente – dicen – los pobres hombres no fueron agraciados de tal forma así que para ellos no hay otra opción que el bar. Conclusión que vimos la vista desde el baño y para sentartarse a tomar algo mejor Deli italiano que esta justo abajo. Volví a por los amaretis – que estaban bien pero no tan frescos como el primer día – pero el helado de capuchino y amaretti estaba fantástico. Luego nos agarro la lluvia nos mandamos a ver Sex and The City – esto era un girls day después de todo! ;)
Cena en Irazu – sitio de comida costarriqueña en donde los patacones me resultan maravillosos… Estuvieron a punto de echarme de la liga de lucha contra la banana pero por suerte el plátano – ingrediente principal del patacón – es la oveja blanca de la familia y está perdonado – o debería. Y de ahí marchamos a un bar “nuevo” que descubrimos el fin de semana pasado y quedó en el recuerdo gracias a la gigantesca margarita que me sirvieron a mi – el resto había pedido cerveza. Así que esta vez Audrey estaba determinada a conseguir su margarita gigante también. Era solo una parada de técnica antes de ir a Danny’s para variar. Lo cierto es que es verdad que nunca segundas partes fueron buenas, y esta vez el barman del Charleston era diferente e hizo las margaritas en un vaso totalmente normal, yo creo que la misma coctelera que la vez pasada habian llenado para hacer mi margarita, esta vuelta fue divida entre tres, para desilusión de la barra. No había nada más que hacer allí así que nos fuimos a Danny’s.
Si bien la noche terminó en el circuito típico (irazu + dannys es cuando te sentís original, sino es pizza metro + dannys), el día en su conjunto estuvo muy bien en orden de “es la primera vez que…”. Justo en la semana había estado pensando en que esta ciudad ofrece tantas cosas y uno realmente no las aprovecha, así que el proyecto del verano es ‘que rinda!’ y salir de acá una experta Chicaguense.
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